La semilla del diablo
arranca con un plano aéreo de Nueva York y una canción de cuna que nos hiela la sangre. Y , a partir de
ahí, ése es el estado con el que Roman Polanski mantiene al espectador a lo
largo de toda la
película. Quizá la más aterradora de toda la historia del
cine. Es una película de terror sin un solo susto (confieso que he pensado en
otros casos parecidos y no se me ha ocurrido ninguno), que enlaza directamente
con los miedos más profundos de la cultura judeo-cristiana: el diablo, el infierno,
la brujería, la locura...
Hay pocos directores en la historia del cine que hayan sabido reflejar tan bien la angustia y la claustrofobia como lo ha hecho Roman Polanski. La semilla del diablo es el mejor ejemplo pero también lo ha hecho con notoria maestría en Repulsión, Cul de Sac, El cuchillo en el agua, y más recientemente con
La película narra la historia de un joven matrimonio
(Rosemary y Guy Woodhouse, interpretados por Mia Farrow y John Casavettes) que
se traslada a vivir a un edificio de Nueva York, famoso por haber albergado a
principios de siglo al adorador de Satán Adrian Marcato, y por haber sido el
lugar donde éste realizaba sus ceremonias de brujería. Allí conocen a los
Castevet (Ruth Godnor y Sydney Blackmer), un matrimonio de ancianos que tienen
demasiado interés en el bebé que esperan.
La desgracia, además, convirtió a La semilla del diablo en una película de culto por motivos ajenos a
su valor cinematográfico. Y es que muchos quisieron ver una relación entre el
satanismo y la brujería de la que hablaba la película, con la que practicaban
Charles Manson y su secta, conocida como “la familia”, que un año después del
estreno, asesinaron a la mujer de Polanski, Sharon Tate, y al resto de invitados
que se encontraban en casa del director polaco. Afortunadamente para la
historia del cine, Polanski no se encontraba en su casa en ese momento. Debo
decir que desconozco si la obra fue un motivo para que Manson perpetrara el
crimen, pero lo cierto es que para los amantes de las conspiraciones se trata
de una historia muy jugosa.
En el magnífico documental Maestros de la luz sobre la fotografía en el cine (podéis encontrar el enlace más abajo), el operador de La semilla del diablo, William A.
Fraker, dice una cosa muy interesante acerca de la película. En un
momento del rodaje en el que había que filmar a Ruth Gordon (Minnie Castevet)
hablando por teléfono, el cámara la tenía perfectamente encuadrada y Polanski
le pidió que moviera la cámara a la izquierda. El operador contrariado le dijo: "pero
así no se la ve", a lo que Polanski contestó: "exacto". Bueno, pues creo que con
esta anécdota se resume a la perfección el espíritu de la película. Sabemos
lo que está pasando, aunque no lo estemos viendo, o al menos no lo estamos
viendo del todo.
El embarazo de una mujer, especialmente cuando es deseado
como en el caso de Rosemary, suele ser motivo de una inmensa alegría en
cualquier familia. Es tiempo de pensar en el futuro, de ilusionarte, de hacer
planes… Pero en todo embarazo hay otro reverso menos amable, del que no se
habla, o se habla poco (por aquella superstición según la cual las cosas no
existen hasta que no las verbalizamos). Se trata del miedo a que algo vaya mal,
a que el feto no esté sano, a que su corazón no sea lo suficientemente fuerte o
a que el parto tenga complicaciones. Polanski agarra todos esos miedos y nos
golpea con ellos en la cara sin piedad. Cuando Rosemary y su marido llegan al
edificio ella es la viva imagen de la plenitud (nunca estuvo tan guapa Mia
Farrow). Es una joven llena de vida, de ilusiones, de alegría en definitiva. Pero
en cuanto se queda embarazada su aspecto se va demacrando (esto es mérito a
partes iguales de la interpretación y del departamento de maquillaje), el color
desaparece de su cara, que está cada vez más huesuda, más angulosa. Algo no va
bien, y Rosemary lo sabe.
Polanski nos hace preguntarnos muchas veces a lo largo de la
película, igual que se lo pregunta Rosemary, ¿es esto real?, ¿está pasando?, ¿acaso es todo producto de la locura? ¿Qué es lo que sabemos con certeza?
Sabemos que Rosemary sufre espantosos dolores desde que se quedó embarazada,
algo fuera de lo común pero ¿es tan raro como para demostrar que nuestras
sospechas son ciertas? Sabemos que su marido tiene, súbitamente, una racha de buena
suerte desde aquel día del espantoso sueño pero, ¿no puede ser casualidad? (Los
que no hayan visto la película que dejen de leer, spoilers a partir de aquí). Pero todo va encajando, todos nuestros peores temores van convergiendo hasta
que desembocan a los pies de una cuna negra. Ante la presencia de todos los
siniestros vecinos, con los Castevet/Marcato a la cabeza, y del marido de
Rosemary, que se confirma así como uno de los personajes más rastreros y
despreciables de toda la historia del cine, todo lo que sospechábamos se
confirma. La cara desencajada y el grito desgarrador de Rosemary (¡¡¡¿Qué le
pasa en los ojos?!!!¡¡¡¿Qué le habéis hecho en los ojos?!!!) no dejan lugar a
dudas.
Hay un paralelismo evidente entre el nacimiento de Adrian y
el de Jesucristo. Si Dios para concebir a su hijo eligió a María, el diablo para
el suyo ha escogido a Rosemary (aunque a ésta última no la concibe una paloma
sino que es el propio diablo el que se encarga de hacerlo personalmente). Quizá
pase desapercibido la primera vez que se ve la película, pero los Castevet y sus
amigos satánicos celebran el año 1 en la Nochevieja de 1966. Desde luego, no se
le puede negar a la religión católica el juego que le ha dado a la historia del
cine de terror con su dicotomía entre Dios y el diablo, el bien y el mal (El
exorcista, La profecía…)
Sólo puedo ponerle un pero a La semilla del diablo. Es una película que no se puede ver bajo
ningún concepto si se está esperando un hijo.
Alfonso Mazarro
Alfonso Mazarro
Maestros de la luz
4 comentarios:
yo siempre quise ver como se veía el bebé en la cuna negra! jaja una peli muy creepy
Casi mejor así, ¿no? Es mejor dejar que sea nuestra mente, la que imagine cómo será la criatura. De hecho, creo que toda la película es un poco así. El terror viene más de lo que imaginamos que de lo que vemos. Un saludo
Creo, después de leer el post, que vas a disfrutar de lo lindo con "El quimérico inquilino". Queremos un "El terror según Polanski II". Me ha gustado mucho la entrada:)
Un saludo
Patricia
Me alegro de que te haya gustado, Patricia. Y me ha quedado claro que tengo que ver cuanto antes El quimérico inquilino. Ya te contaré cuando la vea. De momento, la próxima entrada será Fargo. Un saludo
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