Yo tenía 13 años cuando, rebuscando entre cassettes viejos de mi padre, encontré uno grabado, con un nombre escrito a boli en el canto que, no sé por qué, llamó mi atención: Bob Dylan. Cogí la cinta como a hurtadillas (mi padre siempre ha sido muy suyo con sus cosas) y me la llevé a mi habitación.
No sé qué canciones sonaron primero. Sé que me estaban gustando. Aquello no tenía nada que ver con lo que estaba de moda por entonces y yo estaba acostumbrado a escuchar. Creo recordar que en aquella cinta, que era un popurrí, estaban Blowin' in the Wind, Just Like a Woman, I Want You... Y entonces, tras unas cuantas canciones, ocurrió. Un golpe seco, una especie de bofetón en la cara para que espabiles. Eran los primeros acordes de Like a Rolling Stone. Fue como si el tiempo se detuviera. Para mí, que soy un ateo militante, aquello fue lo más cercano que he tenido en mi vida a una experiencia religiosa. Durante mucho tiempo no supe bien cómo explicarlo, hasta que, casualidades de la vida, leí la frase con la que Bruce Springsteen la describia: "Es como si alguien abriera las puertas de tu mente de una patada". Joder, fue exactamente eso. Gracias, Bruce, por poner palabras a mis sentimientos una vez más.
Like a Rolling Stone fue mi Big Bang musical. No sé las veces que la escuché en bucle aquella tarde. Una y otra vez. Aquel grito "how does it feeeell" que te agarraba de la solapa y te zarandeaba me tenía hipnotizado. Había algo especial en descubrir música antes de Internet. No podías acceder a las letras (a menos que tuvieras el librillo del disco original, y que este las contuviese), no podías escuchar todas las canciones de ese músico en una tarde, no sabías qué es lo que significaban esas letras de aquellas canciones que tanto te gustaban... Todo esto son a priori desventajas, pero yo no puedo evitar sentir cierta nostalgia por todo ello. Creo, y es posible que esto me convierta en un viejuno, que había una parte de valorar más la música cuando era más difícil acceder a ella.
Recuerdo ahorrar algo de dinero (algo que era muy inusual en mí) para poder ir comprarme un CD de Bob Dylan, que contuvieae todos sus éxitos. Y la cagué. O mejor dicho, creí que la cagué, pero nada más lejos. Las prisas. El disco elegido fue el concierto homenaje del 30 aniversario. Sólo me fijé en que estaba Like a Rolling Stone, nada más. Pero qué chasco me llevé al oírlo por primera vez. Aquellas canciones eran versiones, y la mayoría no las cantaba Dylan. Like a Rolling Stone no sonaba igual, cantada por John Mellencamp. Y las canciones que al final cantaba Dylan eran unas de las que no había oído hablar. Sin embargo, aquel fue uno de los mejores errores de mi vida. El germen de toda la música que ha sido fundamental para mí a lo largo de los años estaba ahí, en ese disco. Johnny Cash, Neil Young, Eric Clapton, Lou Reed, Tom Petty, The Band, Willie Nelson, Tracy Chapman, Roger McGuinn... ¡¡¡Ahí estaba todo!!!
Hoy Bob Dylan cumple 78 años, y yo he querido escribir este texto a modo de homenaje. Han pasado 24 años de todo esto. Ya no soy la misma persona. Como es lógico, entre un niño de 13 y un tipo de 37, ya no queda casi nada en común. Pero me queda la música. Y me queda ese momento. Hay cosas en la vida que uno recuerda nítidamente para siempre. Recuerdos fundamentales. Para mí, uno de ellos es la primera vez que, en una vieja cinta de mi padre, escuché Like a Rolling Stone. How does it feel.